Experiencias de lectores
Testimonio de Patricia Ruhman Seggiaro - 2013
“Como voluntaria y lectora de LUMEN durante este año he tenido el privilegio de ayudar a una joven estudiante de Derecho de la UBA con sus primeras materias legales. Como soy abogada disfruto doblemente de la experiencia. Al leer a mi oyente los textos legales que contienen los principios del Derecho que estudié hace 30 años, puedo también enseñarle la materia y discutir los tópicos desde una óptica muy distinta de la de una simple lectura. De mi parte siento que REALMENTE ayudo a alguien que lo necesita, y cada vez que terminamos de estudiar juntas y parto de vuelta a mi vida cotidiana, llevo conmigo la sensación de plenitud y una alegría inmensa, se los recomiendo!”
Testimonio de Ana María Krause - Ingresó el 03/09/96
Provengo de un hogar en el que desde pequeña era habitual colaborar con el resto del grupo familiar y esa conciencia de ayuda quedó grabada. Una vez que me jubilé, necesité brindarme al prójimo. ¿Por qué con los no videntes? Es algo que se origina en mi niñez. A partir de tercer grado tuve que utilizar anteojos. Ellos me produjeron sorpresa y alegría a la vez. Descubrí que las paredes del baño y de la cocina no eran lisas, sino que estaban recubiertas de azulejos cuadrados; que los arboles no eran manchas verdes informes, sino que estaban llenos de hojas; las estrellas en el firmamento no eran esferas celestes, sino hermosos puntitos titilantes y los focos de luz, bombitas con tulipas.
Con el correr de los años me convertí en una asidua lectora y realicé estudios universitarios. Por todo ello es que gocé especialmente de ese maravilloso sentido que es la vista. He colaborado con la escuela Nº 503 grabando textos, cuentos y novelas para el archivo de LECTURA LUMEN Desde mayo asisto a un señor disminuido visual por diabetes. Durante una hora y media o dos, leo textos a elección del oyente. Él conversa siempre sobre su trabajo y hobby: caza menor y pesca. Aprendí bastante de armas, aparejos y cañas, todas de alto nivel. Antes de terminar, interviene su señora con un café. Creo que para él, según me dice, le sirvo de mucho, dándole ánimo espiritualmente, ya que no acepta su realidad actual.
Testimonio de María P. de Taquini- Ingresó el 26/11/91
Hace cerca de ocho años que soy voluntaria de LUMEN y llegué allí por un acto egoísta. Durante cinco años pasé momentos muy difíciles y dolorosos debido a la pérdida del compañero de toda mi vida. Quedé vacía, sin voluntad para nada. Pasaban los días, eternos, sin horizonte. Finalmente comprendí que no podía seguir así; por el amor de mis hijos y mis seres queridos, me propuse reaccionar. Casi como un milagro, esa misma mañana leí en el diario un artículo sobre LUMEN.
Recuerdo aún que el 26 de Noviembre de 1991 fue muy lluvioso y contra la voluntad de mi hijo fui a entrevistarme con la señora Diana del Fresno Agrest, fundadora y cálida alma mater del centro. Confieso que ayudar no era mi único propósito, sino sobre todo buscar apoyo, vale decir que en lugar de dar, ansiaba recibir. Así, en medio de esa tormenta climática y anímica llegué a LUMEN.
En el Instituto de Rehabilitación de San Fernando tuve mi primer oyente, José Luis, un chico de dieciséis años, no vidente. Al principio hosco, malhumorado, luego se fue abriendo hasta sugerirme ir dos veces por semana. De allí en más se formaron grupos de tres o cuatro personas. Éramos todos amigos que aprendimos a compartir sentimientos, preocupaciones y alegrías: en una palabra, la vida. Esto es LUMEN.
*María fue la primera persona que se incorporó
Testimonio de Bárbara Spinelli - . . .Veinte años no es nada
Todavía no cumplí 20 años, y ya hace dos que estoy en LUMEN.
Cuando cumplí 7 años, mi papá me empezó a dar todos los meses la revista Barbie (valga la redundancia con mi nombre), el hábito por leer con los años se fue convirtiendo en una pasión.
Tenía 17 años cuando una tarde de las últimas que le quedaban al verano del 2000 llegué a la casa de la cultura, iba en busca de Diana, la noté un poco sorprendida cuando le dije "quiero estar en tu grupo". Ella me mostró los objetivos, obligaciones y responsabilidades.
Volví a mi casa y se lo mostré a mi papá, ya habían pasado muchos años de aquella primera revista Barbee con la que había empezado todo esto de la lectura. Lumen se convirtió en una incertidumbre Diana nunca me había contado de las retribuciones que había por formar el grupo.
Los primeros tiempos me tenían en "la reserva", era mucha responsabilidad acercarme a domicilios, todavía no había llegado a los 18.
Estuve un tiempo acercándome a diferentes instituciones para que conocieran el libro que Lumen había editado recientemente.
Ese mismo año, María Nieves me enseñó lectoescritura en braille y creo que ese fue el período de formación más importante.
La primavera del 2000 me encontró leyendo en el Geriátrico "Los Tilos", sentada debajo de un árbol en el hermoso jardín de dicho hogar; y así llegó el verano; fue un gran grupo por su grandeza y la magnificencia de esas tardes de lunes.
Marzo del 2001 me encontró en una postura bien determinante, me acerqué a Diana y le dije que quería ser un buen lazarillo; la persona indicada fue con quien compartí todo mi año.
Una tarde de febrero llegué al hogar de la Dra. Graciela Pérez Tordera; me quedé sorprendida cuando llegué a su living y vi adornando una pared un gran cuadro: ese cuadro es la tapa del libro de Lumen.
No sólo era Dra., sino que pintaba y que dedicaba su vida a su casa. Combinamos y todos los martes a las 8 am yo leía y ella grababa. Lloviera o tronara, calor o humedad, martes tras martes a las 8 am yo daba el presente. ¡Que libros difíciles! Un lenguaje muy complicado, pero cada una se dedicaba a su tarea, y ella en cada lectura que yo le brindaba se perfeccionaba para su carrera.
Pero más positivo fue lo que hice ese año en la Biblioteca Ambulante del Barrio "Los Ceibos"; nos encontró en un lindo invierno rodeadas de chicos que se sorprendían con nuestra presencia y esos libros.
Ahora que lo escribo, me doy cuenta de que fueron muchas cosas, no sabía que había sido tanto. No sabía que también se creaba un lazo con la gente del grupo y con el oyente.
Que mi vida personal seguía paralela y que también por momentos se entremezclaba.
Que todavía no tengo 20 años y que hace trece un verano como éste, empezaba a leer...
“Como voluntaria y lectora de LUMEN durante este año he tenido el privilegio de ayudar a una joven estudiante de Derecho de la UBA con sus primeras materias legales. Como soy abogada disfruto doblemente de la experiencia. Al leer a mi oyente los textos legales que contienen los principios del Derecho que estudié hace 30 años, puedo también enseñarle la materia y discutir los tópicos desde una óptica muy distinta de la de una simple lectura. De mi parte siento que REALMENTE ayudo a alguien que lo necesita, y cada vez que terminamos de estudiar juntas y parto de vuelta a mi vida cotidiana, llevo conmigo la sensación de plenitud y una alegría inmensa, se los recomiendo!”
Testimonio de Ana María Krause - Ingresó el 03/09/96
Provengo de un hogar en el que desde pequeña era habitual colaborar con el resto del grupo familiar y esa conciencia de ayuda quedó grabada. Una vez que me jubilé, necesité brindarme al prójimo. ¿Por qué con los no videntes? Es algo que se origina en mi niñez. A partir de tercer grado tuve que utilizar anteojos. Ellos me produjeron sorpresa y alegría a la vez. Descubrí que las paredes del baño y de la cocina no eran lisas, sino que estaban recubiertas de azulejos cuadrados; que los arboles no eran manchas verdes informes, sino que estaban llenos de hojas; las estrellas en el firmamento no eran esferas celestes, sino hermosos puntitos titilantes y los focos de luz, bombitas con tulipas.
Con el correr de los años me convertí en una asidua lectora y realicé estudios universitarios. Por todo ello es que gocé especialmente de ese maravilloso sentido que es la vista. He colaborado con la escuela Nº 503 grabando textos, cuentos y novelas para el archivo de LECTURA LUMEN Desde mayo asisto a un señor disminuido visual por diabetes. Durante una hora y media o dos, leo textos a elección del oyente. Él conversa siempre sobre su trabajo y hobby: caza menor y pesca. Aprendí bastante de armas, aparejos y cañas, todas de alto nivel. Antes de terminar, interviene su señora con un café. Creo que para él, según me dice, le sirvo de mucho, dándole ánimo espiritualmente, ya que no acepta su realidad actual.
Testimonio de María P. de Taquini- Ingresó el 26/11/91
Hace cerca de ocho años que soy voluntaria de LUMEN y llegué allí por un acto egoísta. Durante cinco años pasé momentos muy difíciles y dolorosos debido a la pérdida del compañero de toda mi vida. Quedé vacía, sin voluntad para nada. Pasaban los días, eternos, sin horizonte. Finalmente comprendí que no podía seguir así; por el amor de mis hijos y mis seres queridos, me propuse reaccionar. Casi como un milagro, esa misma mañana leí en el diario un artículo sobre LUMEN.
Recuerdo aún que el 26 de Noviembre de 1991 fue muy lluvioso y contra la voluntad de mi hijo fui a entrevistarme con la señora Diana del Fresno Agrest, fundadora y cálida alma mater del centro. Confieso que ayudar no era mi único propósito, sino sobre todo buscar apoyo, vale decir que en lugar de dar, ansiaba recibir. Así, en medio de esa tormenta climática y anímica llegué a LUMEN.
En el Instituto de Rehabilitación de San Fernando tuve mi primer oyente, José Luis, un chico de dieciséis años, no vidente. Al principio hosco, malhumorado, luego se fue abriendo hasta sugerirme ir dos veces por semana. De allí en más se formaron grupos de tres o cuatro personas. Éramos todos amigos que aprendimos a compartir sentimientos, preocupaciones y alegrías: en una palabra, la vida. Esto es LUMEN.
*María fue la primera persona que se incorporó
Testimonio de Bárbara Spinelli - . . .Veinte años no es nada
Todavía no cumplí 20 años, y ya hace dos que estoy en LUMEN.
Cuando cumplí 7 años, mi papá me empezó a dar todos los meses la revista Barbie (valga la redundancia con mi nombre), el hábito por leer con los años se fue convirtiendo en una pasión.
Tenía 17 años cuando una tarde de las últimas que le quedaban al verano del 2000 llegué a la casa de la cultura, iba en busca de Diana, la noté un poco sorprendida cuando le dije "quiero estar en tu grupo". Ella me mostró los objetivos, obligaciones y responsabilidades.
Volví a mi casa y se lo mostré a mi papá, ya habían pasado muchos años de aquella primera revista Barbee con la que había empezado todo esto de la lectura. Lumen se convirtió en una incertidumbre Diana nunca me había contado de las retribuciones que había por formar el grupo.
Los primeros tiempos me tenían en "la reserva", era mucha responsabilidad acercarme a domicilios, todavía no había llegado a los 18.
Estuve un tiempo acercándome a diferentes instituciones para que conocieran el libro que Lumen había editado recientemente.
Ese mismo año, María Nieves me enseñó lectoescritura en braille y creo que ese fue el período de formación más importante.
La primavera del 2000 me encontró leyendo en el Geriátrico "Los Tilos", sentada debajo de un árbol en el hermoso jardín de dicho hogar; y así llegó el verano; fue un gran grupo por su grandeza y la magnificencia de esas tardes de lunes.
Marzo del 2001 me encontró en una postura bien determinante, me acerqué a Diana y le dije que quería ser un buen lazarillo; la persona indicada fue con quien compartí todo mi año.
Una tarde de febrero llegué al hogar de la Dra. Graciela Pérez Tordera; me quedé sorprendida cuando llegué a su living y vi adornando una pared un gran cuadro: ese cuadro es la tapa del libro de Lumen.
No sólo era Dra., sino que pintaba y que dedicaba su vida a su casa. Combinamos y todos los martes a las 8 am yo leía y ella grababa. Lloviera o tronara, calor o humedad, martes tras martes a las 8 am yo daba el presente. ¡Que libros difíciles! Un lenguaje muy complicado, pero cada una se dedicaba a su tarea, y ella en cada lectura que yo le brindaba se perfeccionaba para su carrera.
Pero más positivo fue lo que hice ese año en la Biblioteca Ambulante del Barrio "Los Ceibos"; nos encontró en un lindo invierno rodeadas de chicos que se sorprendían con nuestra presencia y esos libros.
Ahora que lo escribo, me doy cuenta de que fueron muchas cosas, no sabía que había sido tanto. No sabía que también se creaba un lazo con la gente del grupo y con el oyente.
Que mi vida personal seguía paralela y que también por momentos se entremezclaba.
Que todavía no tengo 20 años y que hace trece un verano como éste, empezaba a leer...